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domingo, 7 de diciembre de 2014

Entrevista a Ochaita ¿Ultra arrepentido?? El tiempo lo dira

En 2009, en un concierto de Pimpinela, un hombre se acercó a José María García y le dijo: "¿No sabes quién es aquel vigilante de seguridad? Es José Luis Ochaíta". García clavó sus ojos de pajarillo en la figura de Ochaíta, histórico líder de Ultras Sur. El grupo que, en el fondo del Bernabéu, había paseado y ahorcado delante de las cámaras, en medio de un partido, un muñeco del periodista, el modo que tenía la Inquisición de ejecutar alegóricamente a los huidos. Habían pasado 15 años. García estaba retirado y Ochaíta protegía a Pimpinela. La mujer del locutor se dirigió a él: "¡Las noches que le has hecho pasar a mi marido!". Mientras, la estrella de la radio y el ultra, que no se conocían, se pegaban un abrazo.
-¿Usted es neonazi?
-Yo qué voy a ser neonazi. Yo nunca estuve ahí por política, sólo fútbol. Yo me he pegado por el Madrid, nunca por otra cosa. La política llegó más tarde a Ultras Sur, yo estaba dentro y tenía que convivir con eso. Yo soy de derecha-derecha; yo soy franquista. Y ya está.
-Lideraba un grupo famoso por hacer exhibición de esvásticas y apalizar fuera del estadio a inmigrantes.
-Yo en eso nunca estaba, nunca. Eso apareció luego, más tarde. Yo creo en la integración, en la convivencia.
-Precisamente convivía con gente que no creía en eso, que hacía alardes nazis y en el estadio Bernabéu.
-Yo respondo por mí. Pregunta a quién quieras por mí, a la gente que me conoce de verdad. Lo que se haya contado no es cosa mía. Si piensas que por estar allí podía cambiar a la gente a mi antojo...
José Luis Ochaíta tiene 49 años, ha echado cuerpo y tiene el pelo rojo y los ojos azules. Es del campo, de Gárgoles de Abajo, en Guadalajara. Padre de familia numerosa, abstemio y católico, ha trabajado con los sacerdotes de San Rafael de la orden de San Juan de Dios. La pasada semana fue en sus ratos libres a Valdebebas a pintar una pancarta que desplegó en el Bernabéu con el mensaje "Ni violencia ni racismo".
Hace un año estaba en compañía de neonazis en el Drakkar, bar de los Ultras Sur en Marceliano Santamaría, tratando de repeler una agresión de otros neonazis más fuertes, más jóvenes, en la eclosión de un conflicto que se llevaba larvando en el seno de la organización en la que él está desde su origen.
Pero si se le pregunta al ultrasur más famoso de España si ha habido conversión, dice que no.
-Yo venía del pueblo los domingos a ver al Madrid. Tuve una chica aquí, y me empecé a quedar. Y se organizó la peña, y nos llamamos ultras por los italianos.
Es imposible que Ochaíta pensar que fue líder de Ultras Sur si alguien no hubiese conocido a los Ultras Sur de los 80, que era un grupo violento en el que convivía mucha gente que viajaba de provincias los días de partido, heavys del barrio del Pilar, chavalería cani y pijos. Mundi, El Largo, Punkoy, Imperdible, Paranoico, Tachenko, Los Fachas, que eran dos hermanos, el Chistera. También el Calipo, famoso por ser el único de la historia del fondo sur que colgó una bandera con retrato del Che Guevara. Se hizo popular en esa década una pancarta de Tarzen, un grupo de hard rock que había grabado un videoclip con los ultras precisamente por los heavys que lo integraban.
La gente entonces empezó a ir al fondo porque era donde estaba la animación, los cánticos y las avalanchas cuando se marcaba gol. Dos peleas fundacionales, en Valladolid y en Oviedo, los hicieron famosos. Hubo un momento en que muchos se hicieron skins, también como efecto imitación de las Brigadas Blanquiazules, cabezas rapadas de Barcelona. Fueron nazis primero sin saberlo, adoptando la estética, luego a conciencia. Y Ochaíta, un hombre del campo que terminaba las frases con "copón!" para risas de los niños bien de Madrid, no se movió. Fue más listo que nadie y olió el negocio: consiguió ligarlo a su pasión, el Real, y a sus aficiones, las peleas. "Tiraba del grupo. En la grada siempre, y si había movida, como el que más. Con muchísimo pronto, muchísima rabia. En una banda así el líder no lo es por buena gente. Manda el carisma y la violencia", dicen en la banda. El Ocha, como le llaman, era el diplomático de US: el que llevaba el negocio de la reventa, el merchandising, el que se relacionaba con el club, el que tenía contactos con todo el mundo, incluidos los líderes de grupos enemigos; Álvaro Cadenas, el hombre con carrera e idiomas, llevaba el peso ideológico y era el imán de atracción para nazis más jóvenes.
Ochaíta ha tomado distancia física de las dos fotos que se conservan de él en el estadio, una de ellas entregando una placa a Roberto Carlos el día de su marcha, en 2005, y otra y más polémica en 2003, cuando dio un homenaje a Redondo directamente en el césped y se abrazó a él tocado por una gorra y una banderola a la cintura; media hora antes de ese partido hubo una batalla campal de ultras contra la policía. Se agita, y lo hace varias veces a lo largo de la entrevista, cuando se le habla de racismo, una palabra que siempre ha acompañado su nombre en los periódicos. "Por más que me lo digas no me vas a convencer: yo no he sido racista en mi vida. Nadie que me conozca te lo puede decir". "El Ocha no tiene ideología ni sabe de eso. Él es franquista o quién sabe. Pero nazi no, eso seguro. Ahora: ha estado con ellos, que es otra manera de ser nazi, y no mejor que la primera", dice un viejo miembro de los ultras.
La primera gran pelea de Ultras Sur fue en Oviedo, durante las fiestas de San Mateo. Ochaíta, Cadenas y varios miembros del grupo asaltaron un local, el Topu Fartón, donde había una fiesta de la Liga Comunista Revolucionaria. Se formó una gigantesca batalla campal, un asturiano fue apuñalado y fueron detenidos 24 ultrasur. Al poco de crearse, Luis de Carlos dijo: "O existe el Real Madrid o existe Ultras Sur. Los dos juntos no". Luis de Carlos perdió las elecciones contra Mendoza, en parte gracias a Ultras Sur, y empezó la época dorada del grupo. El comportamiento de Mendoza con ellos era el de un anciano con chavales descarriados, como el de Arzalluz y sus chicos de la gasolina. De alguna manera también US agitaba el árbol y Mendoza recogía las nueces.
El histórico presidente del Madrid se enteró de que había ganado sus últimas elecciones, a Florentino Pérez en el 95, mientras meaba en el baño. Allí se metió Lorenzo Sanz con los resultados. Mendoza cerró la bragueta y salió a botar como en los buenos tiempos. Con él, en el Asador Donostiarra, José Luis Ochaíta con una camiseta del Espanyol.
-Mendoza me decía siempre: "Nada de peleas, nada de pinchos. No puedes matarte por el fútbol. El fútbol no merece la pena una vida".
Navajazos, peleas y detenciones jalonan al grupo desde los ochenta, y en casi todas las grandes trifulcas, muchas de ellas palizas inverosímiles, estaba el Ocha. Fue detenido en Oviedo, y años después en Alemania por exhibición de esvásticas.
-¿En Bonn tampoco eran nazis?
-Eso fue una charlotada. Nos avisó el club de que eso en Alemania era delito y hubo algunos que las sacaron igual, y por culpa de eso nos detuvieron a todos. Nos estaba esperando ya la policía en el aeropuerto: bajamos y nos detuvieron. Yo para animar llevaba en el avión a la orquesta de mi pueblo, que ya me dirás tú si eran nazis también.
La detención más sonada de José Luis Ochaíta fue en 1997, cuando se lo llevaron por provocar altercados en la final de Liga de baloncesto en el Palacio de los Deportes. Estaba subido a una valla al lado de los vestuarios dirigiéndose fuera de sí a los ganadores, el Barcelona. Se resistió a ser cacheado, pero cuando fue reducido no se le encontró ningún arma. Fue sancionado sin entrar tres años en recintos deportivos.
-¿Los jugadores del Madrid pagaban un impuesto revolucionario a Ultras Sur? Floro se lo preguntó directamente a la plantilla.
-Jamás, lo juro, vamos. Jamás.
-Se dijo que habían pedido un aguinaldo por Navidad para ayudar con los viajes y que Martín Vázquez se negó, por eso le pitaban.
-Le pitamos porque se fue al Torino. No le queríamos de vuelta.
"Es un pesetero asqueroso. Ultras Sur jamás coreará el nombre de ese cerdo", dijo Ochaíta entonces a Mundo Deportivo. La relación con los jugadores, salvo conflictos puntuales, siempre fue benigna. Muchos se fotografiaron con ellos. "Yo tenía buena relación con bastantes. Alguien conoce a alguien, te lo presenta y ya está. Pero nada más", dice.
-Nunca hubo un negro en el fondo.
-Yo tenía un amigo negro que quería ir. Le decía que no podía, que así estaban las cosas allí, que era una putada, ¿pero qué podía hacer?
Ochaíta no quiere hablar de su celebridad. Un amigo que está junto a él dice que más de una vez en los últimos tiempos escucha hablar de él estando presente.
-¿Cuándo fue su última pelea?
-Hace un año. Estaba en el Drakkar con Álvaro y otros, y vinieron éstos a pelear, a quedarse con todo. Hubo de todo. Me pegaron un botellazo en la cara, para que veas de qué palo van.
Éstos son los nuevos líderes de Ultras Sur, que lo tienen amenazadoa él y a los antiguos cabecillas. Hace poco, en el entierro de la mujer de un ultra, se reunió la vieja guardia para despedirle. Hasta allí fueron los miembros de Outlaw, el grupo neonazi que tiene el control de US, a por Álvaro Cadenas. Dos secretas esperaban fuera de la iglesia metidos en el coche. Cuando Cadenas empezó a ser asediado sacó una pistola. Los agentes salieron del coche y lo detuvieron. El funeral terminó en estampida general.
-En el grupo sentía que era un estorbo ya. Tenía que irme de ahí.
De Ochaíta la nueva cúpula ultra no perdona que, como símbolo de Ultras Sur, se haya integrado en la Grada Joven que fomenta el Real Madrid. Muchos aficionados tampoco entienden que en la nueva animación esté precisamente él, el hombre más reconocible de la leyenda negra del club que apadrinó y protagonizó decenas de peleas.
Nada más salir de la banda ultra le animaron a fundar Veteranos, la peña que ahora reúne a 1.080 aficionados, muchos de ellos cincuentones tirados por su carisma que rechazan la violencia y siguen respetando al Ocha, como le llaman. Los nuevos ultras de vez en cuando consiguen reunirse lo suficiente para cantarle "Ochaíta hijo de puta". La peña Veteranos responde vitoréandole. Un aficionado de Tribuna resume: "Ni en un manicomio pasan cosas así".
-Yo voy por primera vez al fútbol con mis hijos. Nunca pude meterlos en el fondo. El mayor ya coge el bombo de vez en cuando. No quiero que haga lo que hice yo, que se repita la historia. Que sea madridista de otra manera. Yo ahora voy a los estadios rivales tranquilo, sin estar pensando por qué calle me van a salir los otros.
-Lo que hacían los rivales contigo.
-También. Mira ese pobre chaval del Depor. Así acaban las cosas. ¿Tú crees que merece la pena?
Son las 11 de la noche y en los alrededores de Padre Damián apenas hay gente. La figura de Ochaíta es insignificante al lado del estadio. Durante años, su sombra lo tapó todo en el Santiago Bernabéu

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