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lunes, 16 de abril de 2012

Las bandas latinas de Cataluña recrudecen su lucha de poder


Un herido grave y un muerto, ambos menores, últimos efectos del conflicto
Los Latin Kings, con 800 mimebors, y los Ñetas, con 600, las más poderosas
La edad de los 'sicarios' se reduce. Cuatro adultos de los últimos 19 detenidos
Javier Oms | Barcelona

Se equivocaron de plaza o confundieron a sus amos, pero los 20 Ñetas reclutados por sus líderes de Can Vidalet para llevar a cabo una ‘caída’ contra los Latin Kings en L’Hospitalet no se fueron de vacío de allí.

Con bates de béisbol y palos, aprovecharon la presencia de dos miembros de los Bloods para reivindicar el respeto que exigen y controlar la disputada plaza Mare de Déu del Pilar. La paliza hizo que Jordi Joel.P., ecuatoriano de 16 años, acabara en coma en el Hospital de Bellvitge cuatro días después de la agresión. Las heridas del cráneo le provocaron, poco a poco, una meningitis bacteriana con afectación en la médula de la que se recupera en estos momentos. 13 detenidos, nueve de ellos menores de edad.

Pocos días después, un miembro de Latin Kings que, junto a varios ‘hermanitos’, atacó a un ‘marero’ de Barrio 18 corrió peor suerte. Una puñalada segó su vida, con apenas 16 años, el 6 de abril junto al parque de la Granota, un territorio también en disputa por varias bandas establecidas en L’Hospitalet. El presunto homicida, un ecuatoriano de 15, fue detenido poco después.

Esa muerte, sin relación con la agresión del día 28, sin embargo, sí motivó horas después un nuevo episodio de violencia. Una venganza en la que se vieron implicados 40 pandilleros que se pelearon a las puertas de una de las discotecas latinas del complejo de ocio conocido como Can Femades, en Cornellà de Llobregat. Seis detenidos más, todos pertenecientes a la M18.

Hasta aquí el recuento de las últimas trifulcas de algunas de las más de una docena de organizaciones identificadas por los Mossos d’Esquadra y que, sólo en Cataluña, alcanzan los 3.500 miembros entre militantes y su órbita. Un universo en plena eclosión violenta y que sigue siendo dominado, según fuentes policiales, por los Latin Kings, con un ‘ejército’ de 800 reyes y su entorno controlando plazas y barrios de Barcelona, L’Hospitalet, Cornellà y municipios del Vallès.

Esa atalaya de poder, en todo caso, es ambicionada por el resto de bandas, especialmente los Ñetas –con 600 miembros-, algunos de cuyos militantes han alimentado en los últimos meses una nueva ofensiva pese a los esfuerzos policiales por asentar una tregua, a estas alturas, utópica. Se consiguió en años anteriores, recuerdan fuentes policiales, aunque en la actualidad hay pequeños ‘capítulos’ de L’Hospitalet y Cornellà que soslayan las decisiones de algunos de sus líderes y atacan, como el día 28, con intención de reivindicar su poder en los barrios.

Son golpes perpetrados por pandilleros cada vez más jóvenes –sólo cuatro adultos entre los últimos 19 detenidos, y ninguno de ellos por encima de los 20 años– que tratan de ganar ‘galones’ y parte del territorio que recorren cada día. Cada capítulo tiene su propia guerra.

En esas escaramuzas surgen también el resto de bandas, lejos aún de las dominantes LK y Ñetas, pero contundentes en su auge. Es el caso de las de origen dominicano como Los Trinitarios, los Black Panther, Bloods o Dominican Don’t Play (DDP), quienes suman entre todas a 600 o 700 miembros, o las pujantes y especialmente violentas Maras: la Mara Salvatrucha 13 y la MS18 o Barrio18, con entre 100 y 150 miembros.

Con pactos frágiles e inestables y treguas efímeras, los enfrentamientos entre bandas acaban reducidas a un todos contra todos, señalan fuentes policiales. Un conflicto basado en una lucha cuyo único objetivo es “hacerse respetar” y que, pese a saltar a los titulares sólo tras una muerte o un linchamiento, hace tiempo que viene subiendo de temperatura.

Ese incremento del pulso de las bandas es el que ha llevado a la policía a modificar sus métodos de actuación ante un fenómeno que, al contrario que otras tribus urbanas, podría haber trascendido ya la fase de ser una mera moda adolescente para establecerse sin fecha de caducidad.

Un ejemplo de cómo afrontan sus golpes a las bandas los Mossos d’Esquadra quedó demostrado con la paliza del día 28. Tras producirse los primeros arrestos, el cuerpo destinó sus esfuerzos a localizar a los inductores, los dos líderes de la Ñeta en el barrio de Can Vidalet, para imputarles, junto a los otros 11 detenidos, el delito de asociación ilícita.

Según fuentes judiciales, el objetivo de esta estrategia conjunta con la Fiscalía es lograr mayores condenas demostrando que los ataques, además de organizados previamente, responden a una cadena jerarquizada clara, con un plan criminal y una ejecución estudiada.

La estrategia, de momento, está dando resultado. Así quedó demostrado el pasado junio cuando un juez condenó por primera vez en Cataluña a miembros de una banda por asociación ilícita, además de intento de asesinato. Ocho miembros de la Mara Salvatrucha 13, todos ellos menores de edad, aceptaron entre uno y tres años de internamiento tras haber sido imputados por apuñalar en el corazón con un sacacorchos a otro menor, desvinculado del mundo pandillero, a las puertas de su instituto en Cornellà en noviembre de 2009.

Ese ataque, que supuso el bautismo de sangre de la MS13 en Cataluña, también inauguró una nueva etapa de lucha policial contra un fenómeno que, lejos de parecer disiparse con el paso de los años, parece dispuesto a permanecer enquistado.

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