Las devoluciones de inmigrantes [automáticas en la frontera] son una violación de los derechos humanos. Punto”, afirma tajante Morten Kjærum, director de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Rápidamente vuelve a mostrarse prudente y precisa: “Me refiero a las devoluciones, entendidas como el retorno a su país de origen de una persona que será perseguida a su vuelta”. La conversación se desarrolla a mediados de junio en un hotel de Madrid, en el que este danés de 57 años se hospedó durante una visita de tres días a España. “Cada Estado tiene derecho a proteger sus fronteras y a decidir quién entra y quién no”, señala. Pero la protección internacional debe estar garantizada, insiste el primer y único director que ha tenido esta institución europea, que nació en 2007 con el objetivo de asesorar al resto de organismos de la UE y a los países miembros sobre los derechos fundamentales y obtener datos acerca de la situación de los mismos en la Unión.
“Parte de la soberanía de los Estados consiste en proteger sus fronteras como consideren. Pero, como le dije al secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez Vázquez, sería preciso abrir una pequeña puerta, una posibilidad para aquellos que verdaderamente necesitan protección. No debiéramos cercarnos a nosotros mismos ni dejar fuera a quien necesite asilo”, manifiesta Kjærum en relación a las vallas situadas en Ceuta y Melilla. En su opinión, Europa vive una crisis migratoria, pues existe una “urgencia por salvar vidas, como se ha visto en los países del Mediterráneo”. Se refiere a catástrofes como la de este lunes, cuando la Marina italiana ha localizado los cadáveres de cerca de 30 inmigrantes en el canal de Sicilia, o la ocurrida el pasado octubre en la isla italiana de Lampedusa, donde más de 300 inmigrantes se ahogaron cuando intentaban alcanzar la costa. De nuevo puntualiza. “La mayoría de quienes llegan a Italiaprocedentes de Siria, por ejemplo, están recibiendo protección”.
El director de la agencia de derechos fundamentales se desmarca de quienes quieren cerrar las puertas del continente. “Europa necesitará, ahora y en el futuro, migrantes. Sería una catástrofe si no vinieran. En cinco o 10 años la situación demográfica será preocupante [por el envejecimiento de la población] y necesitamos afrontarla de manera distinta a como hemos hecho hasta ahora. Es preciso lograr un consenso en la UE respecto a asuntos migratorios: qué entendemos por Europa y qué queremos en lo relativo a la inmigración”.
España es el primer país que Kjærum ha visitado después de haber presentado hace unas semanas elinforme anual de la agencia respecto a la situación de los derechos fundamentales en la UE. Aunque la situación es muy distinta en los 28 Estados miembros, indica, hay tres grandes áreas en las que han detectado deficiencias: migración, protección de datos y delitos de odio. También han constatado cómo la crisis económica y las medidas de austeridad han mermado la protección de estos derechos: hay menos recursos, por ejemplo, para atender la pobreza infantil, o a las mujeres que han sufrido malos tratos.
Kjærum normalmente viaja a cuatro o cinco países al año y es recibido por ministros. En esta ocasión, se ha reunido con los secretarios de Estado de Interior, de Empleo y de Sanidad, entre otras autoridades. Además de presentar los principales puntos del estudio, ha planteado la misma pregunta que hace siempre: “¿Qué creen que podemos hacer nosotros? Con sus sugerencias nos hacemos a la idea de aquello que es preciso abordar”, explica. La agencia es muy joven. A través de encuestas, durante estos siete años ha ido recabando información acerca de violencia de género, racismo, discriminación a homosexuales… “Es la primera vez que disponemos de determinados datos. En el futuro, cuando volvamos a repetir encuestas, podremos comparar y comprobar cuáles son las tendencias”, apunta. Han creado grupos de trabajo y ahora proponen desarrollar una estrategia europea de derechos fundamentales.
Uno de los puntos en los que urge actuar es la protección de datos. “Después de las revelaciones de Edward Snowden [sobre el espionaje masivo por parte de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos] se ha abierto un debate”, expone Kjærum. “Lo que he planteado a los ministros [de Interior y de Justicia de la UE] es que hace 20 años había un cierto equilibrio entre las capacidades de los servicios de inteligencia y los mecanismos de supervisión, entendidos como el control democrático sobre la protección de datos. Ahora ese equilibrio se ha roto”.
Los delitos de odio han sido invisibles en Europa (...) La gran mayoría de las agresiones no llegan a denunciarse a la policía
Y pone un ejemplo muy gráfico. Un ministro europeo fue ingresado en el hospital y en solo unas horas 300 personas accedieron a su historial médico. “Todas, procedentes del sector sanitario. ¿Pero de verdad tenían interés legítimo para consultar ese documento? Después de varios estudios, nuestra conclusión es que las instituciones son débiles en este sentido. Es preciso dotarlas de medios y aumentar la concienciación social acerca del derecho a la privacidad”.
De los asuntos tratados durante la entrevista, lo que más parece preocupar a Kjærum son los delitos de odio, aquellos que se producen por motivo de raza, orientación sexual o religión, como el cometido en el metro de Barcelona este sábado, cuando un joven golpeó a otro con rasgos orientales. Estos delitos son “invisibles” en Europa. “El 25% del colectivo LGTB se ha enfrentado a agresiones físicas. El porcentaje se eleva a más del 30% en el caso de los transexuales. El antisemitismo sigue siendo un grave problema en Europa. La agencia ha preguntado a judíos de cinco países por su experiencia y los resultados son alarmantes: más de la mitad ha considerado seriamente la idea de abandonar su país por las condiciones de seguridad”, expone.
“Solo por ser quienes son, los integrantes de estas minorías se enfrentan a agresiones. Y la gran mayoría de ellas no llegan a denunciarse a la policía: por miedo, porque creen que no va a servir para nada o, peor aún, porque sienten que estos ataques son una condición de vida, inevitables”. Precisamente por esto, los datos que ofrecen los países acerca de denuncias no son comparables. En España se registraron más de 1.100 delitos de este tipo el año pasado. “En Reino Unido, 60.000. Y en otros diez países de la UE, ninguno. Depende del nivel de confianza en las autoridades y de los datos recabados por los agentes. Nosotros queremos que haya algunos indicadores que siempre se tengan en cuenta cuando se presenta una denuncia: motivo (raza, religión, orientación sexual), tipo de agresión…”
¿Está aumentando la xenofobia en Europa? ¿Influirá el auge de partidos radicales y de extrema derecha en las últimas elecciones europeas en las políticas nacionales? Kjærum reconoce que carece de datos para contestar a la primera pregunta y se muestra muy cauteloso con la segunda: “Depende del país. No tiene nada que ver el Frente Nacional francés con Aurora Dorada en Grecia, por ejemplo. Será necesario ver cómo se forma el Parlamento y la Comisión. En cualquier caso, la conclusión que saco de los comicios es que, si se logra involucrar a los Parlamentos nacionales y a la sociedad civil, Europa podrá avanzar
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