El Congreso de la UEFA aprobó en Londres, el pasado viernes, una legislación durísima contra el racismo en los estadios de fútbol europeos. A la primera de cambio se clausurará la zona del campo de donde surjan las ofensas, a la segunda el campo y se puede llegar a expulsar al equipo o selección de la competición. Todo ello acompañado de duras sanciones económicas.
Los jugadores o técnicos que protagonicen un acto de racismo serán suspendidos automáticamente con un mínimo de 10 partidos. La UEFA va a ser inflexible. El problema es que sólo tiene jurisdicción en sus competiciones y al resto de federaciones miembros sólo les puede “recomendar tomar esas medidas” como dijeron a MD el presidente Michel Platini y el secretario general Gianni Infantino.
El fútbol español, con la Real Federación Española de Fútbol y la Liga, con el apoyo dela AFE, haría bien en ponerse las pilas para establecer una legislación acorde con la normativa de la UEFA. En las competiciones españolas hay un serio problema de educación entre el público en todas las categorías. No sólo de racismo sino de comportamiento en general.
El árbitro Fernández Borbalán, por ejemplo, no hizo constar en el acta los gritos racistas de un grupo de presuntos seguidores del Espanyol hacia Alves. El colegiado andaluz cerró los ojos ante los hechos (tampoco reflejó otros gritos igualmente graves, pero no legislados, hacia la compañera de Gerard Piqué, Shakira o, según las fuentes, Tito Vilanova o el alcalde de Barcelona Trías). También los árbitros deben ayudar. Lo hemos visto en Italia donde el colegiado suspendió el partido, durante unos minutos, del Milan ante la Roma por gritos racistas a Mario Balotelli de los tifosi de la capital. El propio presidente Michel Platini elogió y apoyó esa postura del árbitro Gianluca Rocchi al que felicitó.
Y conste que no es un problema que se vive sólo en Cornellà-El Prat. El Camp Nou no es una excepción, como, sobre todo, los dos estadios de Madrid, el Bernabéu y el Manzanares, donde los ultras protagonizan repetidamente actos similares, con cánticos muy desafortunados o actuaciones deleznables como en el partido internacional entre España e Inglaterra que, con la nueva legislación, hubiera significado el cierre del estadio del Real Madrid, parcial o totalmente. Sin olvidar la protesta inglesa a la UEFA por idéntico motivo en un partido en un partido sub 21 jugado en Alcalá de Henares el mismo año de 2004.
En la próxima Asamblea del fútbol español bueno sería que se establecieran las bases para atacar a fondo del tema del racismo en los campos de juego del fútbol español. Mientras se cierren los ojos y se siga creyendo que en España no hay racismo, la solución será más difícil. Luego, todo serán quejas cuando la UEFA cierre un estadio. Aquí se critica a quien sanciona, no al culpable de que el equipo sea castigado. No hay que olvidar que Spain is different.
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