Isaac Querub Caro, el líder de los judíos españoles, vivió con emociones encontradas la conmemoración del día oficial de la memoria del Holocausto, el pasado 27 de enero, la fecha en la que hace 67 años las tropas rusas liberaron el campo de exterminio de Auschwitz, en Polonia. El día anterior, al oscurecer, Querub pronunció un bello y muy enérgico discurso en el Senado ("fue un hecho que nos debe llenar de orgullo y que los españoles judíos apreciamos con una emoción renovada cada año"), y presenció con el corazón encogido el encendido de velas por supervivientes del terror nazi.
Pero ese mismo día también tuvo noticia de un suceso inaudito, no por esperado menos espantoso. Fue la vil celebración de la Shoá orquestada por nazis de toda Europa, a la que asistió la candidata a la presidencia de Francia Marine Le Pen. Ocurrió el viernes 27 de enero en Viena, ante las narices de todo el mundo, mediante una fiesta de regocijo y mofa conocida como el baile de las Burschenschaften, la cofradía de viejos estudiantes ofuscados en el odio a los judíos. Le Pen era la invitada de honor, pero estuvo sobradamente acompañada, entre otros, por Martin Graf, uno de los jefes del extremista Partido de la Libertad (FPÖ), muy votado en Austria.
Descendiente de judíos expulsados de España en tiempos de ruindades patrias, Isaac Querub nació en Tánger (Marruecos) en 1956, pero se educó en Madrid, envuelto todavía en el ambiente de judeofobia impulsado por gobernantes obsesionados con contubernios judeomasónicos o judeobolcheviques, su espantajo para justificar una dictadura brutal. Cuando cursaba cuarto de Derecho y Ciencias Empresariales en ICADE / Universidad Pontificia de Comillas, propiedad de los jesuitas, aparecieron en las paredes interiores del centro un montón de pintadas. "Juden raus / judíos fuera", decían. El estudiante Querub era el único judío en todo el ICADE. Recuerda que sus compañeros de curso y las autoridades académicas "reaccionaron bien y pronto", y el autor de las pintadas fue expulsado. Hoy preside la Federación de Comunidades Judías de España, que comparte con una exitosa carrera profesional (ex consejero delegado de Glencore en España y miembro del Consejo de Administración de Asturiana de Zinc, ahora empresario independiente), y con una generosa implicación en todo lo judío, que distribuye entre el patronazgo de las fundaciones Toledo, Baruch Spinoza y Marc Rich, y la presidencia de la Asociación de Amigos de Yad Vashem-España, además de patrono de la Universidad de Tel Aviv.
Pregunta. El baile en Viena de nazis parece una pesadilla: en el corazón de la civilizada Europa, de nuevo; sin demasiado escándalo de la opinión pública; sin reacción de las autoridades... ¿Qué reflexión le merece?
Respuesta. El nazismo no ha desaparecido. Sigue habiendo gente que querría terminar con el horror del Holocausto iniciado por Hitler. Por eso debe intervenir el Estado mediante una legislación que evite o sancione estas situaciones delictivas. Y, por supuesto, se necesita una buena educación, con principios y valores sólidos que consagren el respeto por el otro entre las nuevas generaciones. Es imprescindible.
P. Ha escrito Milan Kundera que la memoria libera al hombre de la brutalidad. Pero Europa ha demostrado demasiadas veces que la memoria no es suficiente para curarse de espantos. ¿Se puede hacer algo más que recordar juntos el Holocausto?
R. Además de conmemorar la Shoá, como el hecho más brutal de la historia de la humanidad (el genocidio de millones de personas por el mero hecho de ser judíos), insisto en la necesidad de la educación. Pero también hay que legislar. Son los dos instrumentos más importantes a disposición de un Estado que se precie de respetar los derechos humanos básicos. La Educación y la Legislación (con mayúsculas) distinguen a un país civilizado de uno que no lo es. Pero no es suficiente. Las personas buenas deben reaccionar cuando los derechos del hombre son amenazados o vulnerados.
P. Francia acaba de legislar para declarar delito la negación del genocidio del pueblo armenio.
R. Francia ha sido siempre un país vanguardista en la defensa de los derechos fundamentales del hombre y de las minorías. Esa legislación sobre el genocidio armenio cometido por los turcos es necesaria e imprescindible. Aquí, en España, debemos reclamar al legislador que haga lo mismo con la negación del Holocausto de los judíos e introduzca este delito en el Código Penal.
P. No parece pensar lo mismo el Tribunal Supremo. Acaba de sentenciar que no merecen reproche penal frases como que "los alemanes se equivocaron al no quemar a todos los judíos".
R. El Gobierno anterior incumplió su obligación de adaptar la legislación española a la europea en el plazo marcado por la UE, que expiraba el 28 de noviembre de 2010. De esos polvos vienen estos lodos. Solicitamos, pues, al Gobierno de España que cumpla con sus compromisos ante la UE y modifique el Código Penal para castigar estos delitos. Aprovechándose de esa sentencia del Supremo, otros libreros y librerías han empezado a vender literatura que incita al odio racial, religioso y sexual. O el Estado pone coto legal a esa situación, o los españoles habremos de lamentarlo. Somos uno de los países occidentales donde menos se protege a las minorías del odio por defecto legislativo. Utilizar la libertad de expresión como pretexto es un craso error. Decía Stuart Mill que la libertad de cada cual termina donde empieza la del otro.
P. España aparece en las encuestas como el país de Europa más antijudío. Por una parte, nos dicen que hay judeofobia (la mitad de los escolares no querrían tener de compañero de pupitre a un niño judío, etcétera). Y por otra parte, hay una sensación de respeto y de relaciones muy cordiales entre religiones, y de ustedes con el poder político.
R. En la Federación de Comunidades Judías negamos que España sea un país antisemita. Sin embargo, existen demasiados prejuicios y estereotipos antijudíos, que tienen como fundamento probablemente la ignorancia, las leyendas, la aversión por lo diferente. Y hay una nueva judeofobia, cuyo origen es la desinformación sobre el conflicto de Oriente Próximo. Convendría que los medios de comunicación hicieran un mayor esfuerzo por informar teniendo como norte la verdad. Les pido mayor profesionalidad y valentía para no caer en la trampa de la propaganda y de la mentira.
P. El odio a los judíos está en la historia mucho antes (infinitamente antes) de la existencia del Estado de Israel. Pero es pregunta obligada si determinados comportamientos del Gobierno de Israel les complica la vida a ustedes, los judíos españoles.
R. El Estado de Israel no complica ni complicará nunca la vida a los judíos. Al contrario, Israel ha devuelto al pueblo judío la esperanza y la dignidad. No olvide usted que el Estado judío ha sido la gran aspiración histórica del pueblo judío durante 2.000 años. Lo que complica la existencia de los judíos españoles es el odio a Israel y el antisemitismo. Piénselo bien, porque al final es todo lo mismo. Es importante que reflexionemos seriamente: cuando algunos líderes políticos o periodistas contribuyen a la demonización o deslegitimación del Estado de Israel, la única democracia de Oriente Próximo, están irremediablemente haciendo el juego a los antisemitas. ¿Cómo puede ser que en pleno siglo XXI no se rompan relaciones o se aísle a un Estado dirigido por extremistas y fanáticos antisemitas que declaran públicamente que quieren borrar a Israel del mapa? Ni tan siquiera los intereses económicos son un pretexto suficiente. Al final, el precio que se paga es mucho más caro.
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domingo, 12 de febrero de 2012
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