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miércoles, 13 de octubre de 2010

Incidentes Ponferrada


La afición y los violentos
Pucela, Pucela. Los gritos de la afición blanquivioleta rugieron en El Toralín, en competencia directa con la hinchada local. Indesmayables durante todo el choque, los seguidores vallisoletanos lograron que sus jugadores no se sintieran demasiado lejos de Zorrilla. Solo el empate de Saizar para la Ponferradina logró que el público berciano silenciase al medio millar de aficionados visitantes. Antes, el momento de gloria pucelano lo protagonizó Javi Guerra y su golazo en el área.
Sin embargo, no todo fue idílico. En las calles de Ponferrada, en pleno centro de la localidad, un grupo de violentos volvió a ensuciar el nombre de Valladolid. Miembros de las agrupaciones antagónicas Ultras Violetas y Garrafoni se enzarzaron en una pelea, cuyas consecuencias pagó también un comercio local, que acabó con el mobiliario destrozado. Policía local y nacional no efectuaron ninguna detención. Un aficionado blanquivioleta, testigo presencial, indicó que fueron integrantes de los Ultras Violetas los que iniciaron la tángana. Jorge Santiago, director de operaciones del Real Valladolid, recibió la misma versión de los hechos.
Al margen de estos incidentes que lastiman la imagen de club, ciudad y deporte, la afición blanquivioleta, pacífica en su mayoría, se dispuso a apoyar al equipo en Ponferrada en lugar en enredarse en acciones cainitas. Su presencia en El Toralín estimuló al Real Valladolid. Ubicados en uno de los fondos, los gritos de apoyo se escucharon nítidamente. Los pucelanos protestaron con gritos de «fuera, fuera» la rigurosísima tarjeta amarilla que el colegiado mostró a Marc Valiente en el minuto 28. Otra amonestación, esta vez para Sisi, cargó más los ánimos de la hinchada visitante.
El gran gol de Javi Guerra, precedido de un recorte magistral en el área de la Ponferradina, logró que explotasen las gargantas de los blanquivioleta. El Real Valladolid pareció abrir el camino de la victoria. La retirada de Jesús Rueda, lesionado, preocupó a la grada visitante.
Todo se torció cuando la Ponferradina, a base de pundonor, agrietó la línea defensiva del Pucela. El gol de Saizar acabó con los sueños en forma de tres puntos. Las voces pucelanas siguieron sonando, pero ya no se escuchaban. El público ponferradino se frotó las manos con el empate y ansió incluso la victoria. Un posible penalti de Jacobo fue protestadísimo. La megafonía pidió que no se lanzasen objetos, pero hubo lluvia de almohadillas. Y regreso con el amargor del empate.

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