La crisis y la falta de estabilidad está provocando que las bandas latinas cuenten, cada vez, con miembros de edad más adulta, con lo que esto supone de mayor riesgo para un recrudecimiento de sus actividades delictivas.
Así lo explicaba recientemente Jordi Domènech, inspector jefe del Área Central de Personas de los Mossos d'Esquadra, quien añadía: "Es un riesgo que consideramos emergente, un riesgo posible que podemos encontrarnos porque cada vez la edad de los miembros de estas bandas se alarga".
Según ha explicado, hace unos años los pandilleros dejaban la banda antes porque al entrar en la vida adulta "encontraban un trabajo o una pareja, ahora con la crisis, que afecta a todos, se mantienen más en la banda" y a medida que se hacen adultos aumentan sus actividades delictivas.
El perfil de integrante de las bandas latinas en nuetsro país es un joven de entre 13 y 25 años que llegó a España por reagrupamiento familiar. No está integrado en el mundo laboral y sólo se relaciona con personas de su entorno. Carece de cualquier tipo de control paterno y se cobija en la banda, que le arropa.
Pruebas de iniciación
Pero para poder acceder a la organización, ha de pasar una serie de pruebas, una especie de ritros de iniciación. Suele ser captado en los parques o en el instituto, y deberá mostrar su adherencia a la organización y su lealtad a los líderes con pruebas que van desde soportar palizas o agresiones por parte de los integrantes de su propia banda hasta agredir a miembros de las bandas rivales o cometer pequeños hurtos y delitos.
No es raro que, en el caso de las chicas, se las someta a abusos sexuales. Asimismo, la iniciación en las drogas tampoco es algo ajeno a las bandas.
En las bandas, no obstante, cada vez más se integran miembros españoles, algo que era impensable hace años. Pero ahora, los jefes de las bandas han relajado sus costumbres. Unos jefes que no obstante ejercen un control férreo sobre todos sus miembros. Y es que las bandas latinas están fuertemente jerarquizadas, dividiéndose generalmente en 'capítulos' territoriales.
Es precisamente la distribución territorial la que marca la actividad delictiva de las bandas. Las luchas entre bandas, en las que no implican al resto de la población, son por mantener a salvo su territorio, el que ellos han hecho suyo: un barrio, un parque... Normalmente, las bandas mantienen contactos con sus 'madres' en sus países, con las organizaciones matrices asentadas en los países de origen. No ocurre así con los Black Panthers, desmantelados en Cataluña, que no mantienen contacto con su banda matriz en República Dominicana.
La actividad de las bandas latinas en España no ha llegado a los niveles de delincuencia brutal que ejercen las maras, fundamentalmente en Honduras y El salvador. La Mara 18 y la Mara Salvatrucha o 13 son las pandillas juveniles de mayor implantación en esos países y que dejan un mayor rastro delictivo a sus espaldas.
Aunque en Cataluña se ha detectado en los últimos tiempos la presencia de pandilleros de estas maras, lo cierto es que su nivel de organización no llega al de otras bandas como los Dominican Don´t Play, quienes cogieron el relevo de los Latin King como banda latina por exceloencia en nuestro país tras el descabezamiento de esta última a mediados de la década pasada.
La implantación de las maras en nuestro país, no obstante, es un riego nada desdeñable que generaría "un grave problema", tal y como señaló en su día Pedro Gallego, agente de la Guardia Civil especializado en pandillas y autor del libro "La mara al desnudo".
“La mara no es una asociación juvenil, sino una red muy peligrosa con estrategia militar, con una fuerte sistema de vigilancia y cuya estrategia es el terror. Hay ajustes de cuentas y decapitan a la gente en las plazas públicas“, ha señalado Gallego
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