La presencia de grupos ultras en el fútbol español no es solo cosa de los equipos de Primera División. Aunque casi todos los clubes de la Liga cuentan con aficionados radicales, en las categorías inferiores están empezando a proliferar este tipo de hinchas que no se caracterizan precisamente por su buen comportamiento dentro y fuera del terreno de juego. Las fuerzas de seguridad, especialmente las brigadas de información de la Policía y de la Guardia Civil, están en alerta desde hace tiempo tras comprobar cómo se han infiltrado miembros de la extrema izquierda y de la extrema derecha entre las aficiones de los equipos humildes.
Los incidentes en un partido de la Tercera División de Madrid protagonizados por un grupo de aficionados de extrema izquierda ha sido el último capítulo de una larga lista de altercados que afectan directamente al fútbol más humilde. Hasta doce radicales, entre ellos ocho menores de edad, fueron detenidos en el barrio de Aluche después de haber intentado boicotear el encuentro entre la Asociación Deportiva Adarve y el Club Deportivo Los Yébenes. Los arrestados, antifascistas conocidos hace tiempo por la Policía e incondicionales del Adarve (equipo del Barrio del Pilar), tenían prohibida la entrada a instalaciones deportivas después de haber participado en incidentes similares y por eso trataron de evitar la celebración del choque. Los investigadores que llevan el caso han relacionado a varios de los detenidos tanto con los Bukaneros del Rayo Vallecano como con algunos altercados vinculados a manifestaciones de la capital.
"Las personas que forman parte de estos grupos, lo que pretenden es estar presentes en los pequeños estadios. Les gusta el fútbol pero acuden a los campos no solo a animar", asegura a ZoomNews David Docal, presidente del Centro de Estudios e Iniciativas sobre Discriminación y Violencia (CEIDIV). A su juicio, "estas personas han encontrado en el fútbol una excusa para reunirse. Es lo que nosotros llamamos el círculo de la violencia. Estos aficionados van al fútbol juntos, acuden a conciertos, manifestaciones y utilizan tanto Internet como las redes sociales para difundir su mensaje".
Aunque el Consejo Superior de Deportes tiene constancia de los incidentes que ocurren en categorías inferiores, la responsabilidad de estos altercados suele caer en las diferentes federaciones territoriales que son las que gestionan el fútbol modesto en España. Éstas, sin apenas recursos para combatir a los violentos, poco pueden hacer ante este tipo de situaciones salvo reclamar presencia policial en partidos concretos. Investigadores de la Policía Nacional especialistas en este tipo de violencia apuntan a este periódico que la mayoría de estos grupos "no aparecen" en los libros de registro que deben tener todos los clubes de fútbol, independientemente de la categoría. Un agente, curtido desde hace años en la lucha contra los extremistas en el deporte, explica que una de las medidas que mejor funciona es la de "prohibir a los aficionados violentos acercarse a los estadios los días de partido. Esta medida también puede llegar a funcionar si se aplica en el fútbol humilde".
La Comunidad de Madrid es uno de los lugares donde se han asentado con más fuerza estos grupos ultras en Segunda y Tercera División. Un sector de la afición de la AD Parla, club que milita en el grupo séptimo de la Tercera madrileña, tiene tras de sí un amplio historial de incidentes. Uno de los más sonados tuvo lugar en mayo de 2012 en un encuentro ante el Barakaldo; los dirigentes del club madrileño, avergonzados por el comportamiento de sus propios aficionados, pidieron disculpas al equipo vasco por el espectáculo ofrecido en su propio estadio. Los radicales de la RSD Alcalá, también de Tercera, también han protagonizado otros escándalos de renombre como los acaecidos en Cuenca hace más de un año cuando varios de sus miembros agredieron a numerosos hinchas conquenses en un partido.
La mayoría de estos grupos, sean de derechas o de izquierdas, se guían por el mismo patrón. El número de sus componentes es muy reducido, no suele llegar a los cincuenta, suelen ser muy jóvenes, la mayoría son menores de edad, y es frecuente que formen parte de asociaciones ultras más grandes pertenecientes a clubes de Primera División.
"Es esencial la educación en valores"
Independientemente de la ideología, para David Docal, de CEIDIV, es esencial la "formación y la educación en valores" de todas las personas de fútbol. "Hasta ahora se ha vivido una época de permisividad con estos grupos y hay que acabar con ella. Hay que actuar si no queremos otro muerto. Para nosotros es fundamental la formación de árbitros, entrenadores, dirigentes y policías en todo lo relacionado con la Ley del Deporte", afirma este investigador.
A través de Internet se pueden encontrar vídeos muy virales en los que se ven escenas sobrecogedoras protagonizadas por hinchas violentos, claramente politizados por ideologías extremas, durante la celebración de partidos de fútbol humilde. Uno de los más famosos tuvo lugar en Talavera de la Reina y en él se podía ver unas agresiones espeluznantes durante un partido entre el conjunto local y el Rayo Vallecano en Segunda División B. Otro de los más famosos se produjo en el mítico Plantío, cuando un colegiado se vio obligado a suspender un choque después de que los ultras del Burgos B prendieran fuego a varios asientos del estadio en un derbi ante el Mirandés.
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