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domingo, 17 de febrero de 2013

Video Incidentes Mestalla. Valencia PSG



El PSG ganó el encuentro de Liga de Campeones en Mestalla, pero sus aficionados más radicales se encargaron de estropear la imagen de Beckham, Leonardo y los millones del jeque. La escalada de violencia, intimidación y destrozos que se produjo en las horas previas al partido cerca de Mestalla fue sonrojante para un club de esa categoría. El Comando PSG sembró el pánico y dejó un rastro inconfundible desde el hotel Westin, donde descansaban sus jugadores, hasta la Avenida de Aragón. Una ruta que duró algo más de 30 minutos y en la que arrasaron con todo lo que se interponía en su camino.


Fueron un grupo de aproximadamente 50 aficionados radicales, organizados como en escuadrillas de 15, que atacaron y sembraron el pánico en una zona muy cercana al estadio. Cristales rotos, bares destrozados, mesas y sillas volando por los aires y una batalla campal que acabó con seis detenidos y más de un herido. El grupo violento se movió rápido. Intentó quemar dos contenedores cerca del hotel de concentración del PSG y bajó por la calle Amadeo de Saboya amedrentando al personal y destrozando mobiliario urbano.

La cosa se puso más violenta cuando en el camino los radicales galos vieron a una decena de valencianistas en el Bar Aragón 5. "Era como una guerrilla. Empezaron a lanzarnos botes, sillas, bandejas, mesas. Todo lo que veían lo destrozaban", comenta Gonzalo Rubio, uno de los dueños del bar. Su socio, Rafael Molina, prosigue con el relato. "La gente intentó refugiarse dentro del bar. Hubo varias chicas con cortes por los cristales rotos. Menos mal que llegó la Policía. Si llegan a entrar dentro del bar no se lo que hubiera pasado".

Cristales, restos de sangre, botellas rotas... y todo eso 20 horas después del ataque. La barbarie siguió calle abajo. "Eran como una manada de toros. La gente estaba asustada porque agredían a cualquiera que pasara por allí", aseguran en el Bar Favela, a pocos metros del anterior punto caliente.
Sobre aviso y vigilados
Lo curioso de la situación es que desde París viajaron ocho policías galos especialistas en control de ultras. Las autoridades españolas estaban advertidas de lo que les venía encima desde el mismo día del sorteo de octavos de final. El PSG se ha enfrentado recientemente al Sevilla (2010) y al Athletic (2011) y sabían por propia experiencia cómo actúan los grupos radicales que siguen al club de la capital francesa. Pero el modus operandi en esta ocasión fue el ataque directo.
"Era como ir a la guerra", reconocía uno de los efectivos que intervino durante los altercados de la tarde noche del partido. Se organizaban en grupos de unos 10 individuos ataviados con bufandas o camisetas del PSG, y que iban destrozando lo que se encontraban a su paso, indiscriminadamente: retrovisor, papelera, farola, banco, escaparate, un bar entero…
La policía francesa había advertido de la dificultad que supone controlar a los ultras del PSG. Se trata de una afición que no sólo busca el enfrentamiento con la del equipo rival, sino también con otros aficionados del mismo equipo. Hay dos facciones, una de extrema derecha y otra de extrema izquierda, que aprovechan los desplazamientos para ajustar cuentas pendientes.
En el Parque de los Príncipes se aprecia con nitidez la división entre ambos grupos. Una grada, la Kop, está formada por grupos xenófobos; y la otra, Auteuil, está compuesta por una mayoría inmigrante. Tristemente famosas son las escaramuzas entre los hinchas del Marsella y los del PSG.
La dificultad para las fuerzas de seguridad se agudiza si se tiene en cuenta que, dentro de cada uno de los grupos, hay otros pequeños reductos, con simbología y líderes propios, que hacen la guerra por su cuenta. No responden al patrón de afición que llega a una ciudad para un partido, buscan a los radicales locales y se pelean. En muchas ocasiones se pelean entre ellos y, en otras, provocan destrozos sin que medie provocación.

El PSG ha perdido el control
La UEFA hace responsable a los clubes visitantes de cuál es el destino que se le da a las entradas que cede (por venta o intercambio) el club local. Sin embargo, hace tiempo que al PSG la situación se le fue de las manos, mucho antes de la llegada del jeque. En 2008 el Gobierno francés aprobó un decreto que permitía disolver a los grupos ultras más peligrosos, después de la muerte de un aficionado. Sin embargo, dos años después, volvieron a repetirse unos incidentes tras un partido contra el Marsella, que concluyeron con un aficionado del PSG muerto, en una reyerta contra aficionados del mismo equipo, y unos disturbios por las calles de París que dieron la vuelta al mundo.

De nuevo, el Gobierno francés prohibió los desplazamientos de la afición parisina y decretó que el siguiente partido como local se celebrara a puerta cerrada. Pero en Europa la cosa se ha complicado. No se entiende cómo uno de los detenidos en Bilbao hace dos años estuviera haciendo el mal en Valencia.

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